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Rompe el techo de cristal cuidando tu propio storytelling

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Vivimos tiempos complejos y estamos rodeados de mensajes angustiantes sobre crisis, recesión, cambios, incertidumbre. Nadie es ajeno a todo ello pero con nuestra actitud y visión, podemos accionar las teclas de la parálisis o, por el contrario, las motoras, las que nos impulsen, las que nos harán mover de lugar. Hoy quiero contarte brevemente parte de mi historia y cómo he ido modulando mi comunicación desde que yo emprendí, también en un momento de crisis económica profunda. Espero que te inspire para activar en ti las teclas que necesitas.

Supongo que conoces la expresión «techo de cristal» y aunque no sea así, es probable que lo hayas vivido sin saber ponerle nombre. El techo de cristal se refiere al conjunto de normas no escritas que dificulta a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección o seguir avanzando en su carrera profesional. Suele ser un término que se atribuye al trabajo en empresas o grandes corporaciones pero en mis años de emprendimiento, me he dado cuenta de que también existe en el mundo emprendedor, una especie de techo de cristal autoimpuesto, inconsciente.

Cuando yo emprendí en el 2013 venía de más de una década trabajando por cuenta ajena. Era un momento complicado a nivel económico pero mi necesidad de cambio era tal, que decidí moverme y crear mi negocio, mi marca personal, empezar a hacer network y servir a clientes y empresas en el ámbito de la imagen y el estilo.

Estaba convencida de que a través del cuidado de la imagen (propia y empresarial), de definir un estilo propio que te diferencie y cuente quién eres, se pueden conseguir grandes cosas.

Y lo sigo pensando, no te creas que eso ha cambiado. Pero no es suficiente.

El techo de cristal autoimpuesto

En todos estos años impulsando mi negocio, me he encontrado con un obstáculo que se repite sin cesar. Se repite en personas particulares, se repite en el mundo emprendedor y se repite también entre profesionales y líderes de empresas. Cuando hablamos de imagen, de estilo, de comunicación, de autoestima, de objetivos, de impacto, de crecimiento… nos topamos con algo que viene mucho antes que decidir si quieres llevar traje o lo tuyo es más un estilo informal.

Y ese obstáculo, ese factor de cambio que lo desencadena todo, es el para qué.

Para qué quieres esto o lo otro. Para qué haces esto y no lo otro. Para qué.

En el mundo emprendedor, este techo de cristal inconsciente llega justo en el momento en el que perdemos ese para qué. Perdemos el foco. Perdemos el motivo. Perdemos aquello que nos hace impulsar, accionar, cambiar.

Y puedo hablarte de ello porque a mí me ha pasado. Coincidiendo con momentos de cambio a nivel personal (el nacimiento de mis hijos, sobre todo de la segunda, han sido ejemplo de ello) o en tiempos inciertos como los que hemos vivido después de la pandemia, el para qué se ha hecho borroso. Pierden sentido servicios, discursos, puntos de vista. Es necesario evolucionar y cambiar para volver a conectar con la esencia, con ese para qué.

Define tu para qué y tu propuesta de valor

En esos momentos, lo importante es reflexionar y detectar qué es aquello que ya no sirve, detectar las necesidades de tus clientes y sobre todo, detectar claramente tu propuesta de valor, qué es aquello que en realidad te hace vibrar y puedes aportar a los demás.

Quiero compartir contigo este breve audio donde te cuento de viva voz precisamente esta evolución de mi momentum. Esos momentos de cambio que han hecho redefinir mi storytelling para romper limitaciones y crear la estrategia necesaria para seguir aportando valor, calidad y herramientas de crecimiento a mis clientes:

 

Te cuento mi historia:

 

Todo el trabajo realizado en el último año con el restyling de mi marca y el reposicionamiento ha venido dado por esta necesidad de cambio, de nuevo, querer aportar el máximo valor con mis servicios. No solo a través de la imagen, sino y principalmente, con la estrategia necesaria para comunicar, impactar, conectar y crecer para conseguir los objetivos que te propones.

La estrategia, en cualquier acción, es clave para definir la hoja de ruta que quieres seguir para obtener los resultados que buscas. Por eso mi trabajo se centra, ahora más que nunca, en enfocarme en los beneficios que mis clientes pueden conseguir a través de las herramientas visuales disponibles (física y también a nivel digital) y optimizar el retorno de experiencia de sus equipos, líderes y proyectos.

Y ahora te lanzo a ti estas preguntas:

  • ¿Qué es lo que te está limitando en estos momentos?
  • ¿Qué es lo que no estás consiguiendo?
  • ¿Qué estrategia vas a seguir para cambiar y empezar a impactar de forma positiva en ti y en tu entorno?

 

Recuerda:

Los cambios no siempre son negativos. Pueden ayudarnos a apalancar nuestros resultados de forma positiva y mejorar como profesionales. Es el momento de tomar acción.

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