En la vida como en los negocios, una imagen vende más que mil palabras. Es posible que hayas lanzado el producto más potente del mercado, que seas la mejor ofreciendo un servicio o que propongas un bien único. Si tu imagen corporativa no es acorde a tu marca, los esfuerzos por posicionarte servirán de poco. La buena noticia en todo esto es que tener una imagen coherente y ganadora en gran medida depende de ti.
Eres lo que transmites
La imagen que desprende tu marca es un factor clave para atraer y retener clientes. A través de ella expresas parte de tu esencia, quién eres, qué valores defiendes, cómo trabajas.
Cuidar la imagen corporativa será tu mejor carta de presentación. Por supuesto, hablar de imagen de marca incluye aspectos que van más allá de lo externo; se refleja a través del habla, del mirar, de los gestos más espontáneos; se aprecia en los detalles, en el buen humor, en la energía que uno desprende, en el amor con el que se hacen incluso las más pequeñas cosas. Todos estos factores, por mucho que se externalizan, parten de dentro, del ADN de la marca. En lo importante, no podemos mostrar lo que no somos.
No solo las plumas bonitas hacen bello a un pájaro – Esopo
Trabajar la identidad
Plantéate una serie de cuestiones simples: quién eres como marca, cómo eres, cuál es tu elemento diferenciador, qué lugar ocupas en el mercado, qué quieres ser y dónde quieres estar. Solo si tienes clara tu identidad podrás mostrarte de forma real a tus clientes objetivos. Desde la producción, desarrollo de producto, hasta el logo, el discurso de la marca, la atención al cliente, el packaging, la vestimenta… todo tiene que estar en armonía. La percepción que los clientes tengan de ti dependerá de que tu marca tenga un carácter definido.
Factores clave
Una imagen que se ajuste a los códigos de la marca es clave para afianzar la relación con el cliente. Así, los ingredientes que amalgaman la fórmula de la imagen de marca son: apariencia, actitud y comunicación. Si cuidas esos tres elementos y son coherentes con la identidad de tu marca, conseguirás transmitir más eficazmente todo tu valor y aptitudes.
Piensa en tu cliente
Pese a que des lo mejor de ti mismo, el éxito de tu negocio dependerá de otros tantos factores. Impactar y enamorar a todo el mundo no es tarea fácil. Lo importante es focalizarse en tener una imagen cuidada y atractiva para el target relevante para tu marca. Decide quién es tu público, quién se interesa por tu marca, averigua qué estilo de vida tienen estas personas y cuál es su comportamiento de consumo. Es imprescindible conocer a tu cliente para poder ganártelo.
Proporcionar a tus clientes una buena experiencia de compra es darte la oportunidad de volver a verlos de nuevo. El principio de placer es el que hace que queramos repetir. Para llegar a ese punto es fundamental conocer nuestra esencia y la de nuestra marca. Sacar a relucir la mejor versión de la misma y así marcar la diferencia.
La línea para convertir un indiferente en comprador es verdaderamente muy fina y está en tu mano atravesarla ¿aceptas el reto?